En los primeros años de vida, somos como esponjas que absorben una gran variedad de experiencias y hábitos. Uno de los aspectos más influyentes en el desarrollo de preferencias alimentarias son los sabores que se introducen desde temprana edad. Las elecciones y los gustos alimenticios adquiridos en la niñez pueden tener un impacto duradero en nuestras vidas, moldeando nuestras preferencias gustativas en la adultez.
En muchas culturas, es común recompensar el buen comportamiento con dulces, lo que refuerza la asociación entre el placer y los sabores azucarados. Esto puede llevar a una predilección por alimentos cargados de azúcar, lo que influye no solo en nuestras elecciones de alimentos, sino también en otros aspectos de nuestra salud y bienestar a largo plazo. Participar en prácticas alimenticias conscientes desde temprana edad puede ser clave para desarrollar una relación equilibrada con los alimentos en el futuro.